Un nuevo biosensor desarrollado por un equipo de investigadores del
Instituto de Investigaciones Químicas y Ambientales, adscrito al CSIC consigue detectar y
cuantificar la presencia de fenoles en las plantas depuradoras de agua, unos contaminantes
persistentes generalmente producidos por la industria química. El biosensor se ha
utilizado por primera vez en un estudio para analizar el contenido de fenoles,
contaminantes orgánicos, en el agua de cinco depuradoras de Cataluña.
El estudio ha sido realizado por el Instituto de Investigaciones Químicas y
Ambientales 'Josep Pascual Vila' del Centro Superior de Investigaciones Científicas,
creador del biosensor, y por la Junta de Saneamiento de la Generalitat, a partir de los
análisis efectuados en las plantas depuradoras de las localidades barcelonesas de Manresa, Igualada, Abrera, Montornés y en la de Ripoll (Gerona).
Las depuradoras de Manresa y Ripoll reciben básicamente agua de origen urbano,
mientras que en las otras tres, entre un 60% y un 70% del agua es de origen industrial. En
este estudio se ha analizado durante tres meses tanto las aguas que
entran en la depuradora como las que salen, ya tratadas, con el nuevo biosensor,
desarrollado por un equipo dirigido por el doctor Damiá Barceló.
Los resultados obtenidos con el biosensor han sido contrastados con los métodos
tradicionales de análisis y estandarizados por la Unión Europea. Este sistema
tradicional, llamado técnicamente 4-AAP por el compuesto en el que se basa
(4-Aminoantipirina), es, según Damiá Barceló, todavía poco preciso, ya que sólo
detecta compuestos que contienen más de 50 microgramos de fenoles.
Además, añade Barceló, "no detecta sólo los fenoles, por lo que es
imposible no solo determinar el contenido exacto sino saber de qué tipo de fenoles se
trata". El nuevo biosensor se basa en anticuerpos del 4-nitrofenol, y detecta
específicamente este contaminante además de otros cinco similares, los más
habituales en la industria química desde que se prohibieron los clorofenoles.
"El biosensor -asegura Barceló- permite diferenciar el origen de las
aguas residuales (urbanas o industriales), así como decidir rápidamente si las
depuradoras se pueden verter sin peligro al río o necesitan un nuevo tratamiento".
En este sentido, cabe destacar que el nuevo biosensor permite obtener resultados en una
hora, mientras que con el sistema tradicional se necesitan varias horas.
El biosensor también se podría aplicar para el control de fenoles en la
red de agua potable, ya que tiene un nivel de sensibilidad muy alto (puede
detectar hasta a 0,1 microgramos de fenoles, y el máximo permitido actual son 0,5
microgramos en el agua potable).
Según los resultados de las muestras, el agua más limpia es la de Ripoll
y la de Manresa, mientras que la de Igualada, que recibe una parte importante de
aguas de origen industrial, es la que tiene un contenido más alto de fenoles, aunque
varia en función de la época.
El interés en determinar el contenido exacto de fenoles que se vierten a las
aguas de los ríos se explica por los efectos negativos que pueden ejercer sobre los
organismos acuáticos. El estudio ha sido publicado recientemente en la
revista Environtmental Science and Technology.