Roma, 2 de junio 2000 - La Jornada Mundial del Medio Ambiente tiene una resonancia
particular para la FAO, porque el medio ambiente de nuestra tierra y nuestras
aguas y su defensa y conservación es vital en todos los sectores de
actividad de la Organización, sea en la agricultura, como en la
silvicultura o la pesca.
Solamente mediante el desarrollo rural sostenible y el fomento de modos
sostenibles de utilización de los recursos naturales, será
posible hacer frente al desafío de garantizar la seguridad alimentaria
para los millones de personas víctimas del hambre en el mundo: 790
millones en los países en vías de desarrollo.
Un reto especial para el nuevo milenio es el de que las fuentes de crecimiento
en la producción agrícola, indispensables para hacer frente
a las necesidades de una población mundial en aumento, tienen que
experimentar un cambio fundamental. El viejo modelo de expansión de
las zonas de tierra en uso, muestra ya sus límites. Alrededor del
80 por ciento del crecimiento de la producción agrícola
tendrá que proceder a partir de ahora de la intensificación
sostenible. Se necesitan mecanismos de adopción práctica para
los agricultores de las tecnologías existentes acompañados
de una investigación substancial en la agricultura, para hacer que
el cambio sea atractivo económicamente y respetuoso del medio ambiente.
Y el aumento del volumen de la producción agrícola, tendrá
que conseguirse en medio de unas condiciones de aumento de la escasez del
agua dulce. La agricultura es la mayor consumidora de este recurso, utiliza
alrededor del 70% de la totalidad de las aguas disponibles. La FAO cree en
un futuro en el que la agricultura y otras actividades se lleven a cabo en
armonía con el medio ambiente, con agua limpia en los torrentes, lagos
y acuíferos, integrada en un ecosistema natural sano.
La gestión sostenible del agua es vital para el desarrollo. En Africa,
por ejemplo, solo se riega el 8 por ciento de la tierra de labranza. Esto
supone un obstáculo de envergadura para el crecimiento. El problema
fue identificado hace ya años, pero la solución que se eligió
entonces - grandes y costosas infraestructuras de presas y enormes proyectos-
no representó la respuesta. Lo que hacía falta entonces y lo
sigue haciendo, son sistemas fáciles y respetuosos del ambiente para
la recogida de aguas en pequeña escala y planes de riego y de drenaje
que las comunidades campesinas pobres puedan llevar a cabo y mantener por
su cuenta. Sobre esto se concentra la FAO en su Programa Especial para la
Seguridad Alimentaria que se está poniendo en práctica en 60
países de todo el mundo.
En este nuevo milenio, la resolución de los conflictos sobre el uso
de la tierra será esencial para el desarrollo de la agricultura sostenible
y para dar una solución duradera al problema del hambre. Se necesita
también una acción urgente para invertir el fenómeno
de la degradación de la tierra destinada a la agricultura y el declive
de la fertilidad del suelo. Si en el día de hoy no se invierte en
la recuperación y la conservación de las tierras, el precio
de verse obligados a hacerlo en el futuro será mucho más alto.
En todo el mundo se perciben signos alentadores de progreso. Por primera
vez en un milenio, se plantan más árboles que los que se talan.
Se registran avances interesantes en el ámbito institucional en el
fomento de los recursos animales y genéticos. Muchos países
han presentado sistemas integrados de gestión de las plagas para disminuir
la cifra de empleo de plaguicidas.
Un creciente número de países está adoptando el Código
de Conducta de la FAO para la Pesca Responsable, que engloba la acuicultura,
el uso de un recurso vital de alimentación, el empleo, el ocio, el
bienestar económico y comercial para mucha gente en todo el mundo,
tanto para la generación actual como para las venideras. El Código
establece principios y normas internacionales de conducta y métodos
responsables con la perspectiva de garantizar la efectiva conservación,
gestión y desarrollo de los recursos acuáticos vivos, con el
debido respeto por el ecosistema y la biodiversidad.
El Programa de Silvicultura de la FAO hace frente a una de las cuestiones
más importantes, complejas y controvertidas de la era moderna: como
utilizar los árboles, los bosques y los recursos relacionados para
mejorar la condición económica, del medio ambiente, social
y cultural de las personas, garantizando al mismo tiempo que los recursos
se mantendrán para satisfacer las necesidades de las próximas
generaciones.
Sobre todo hay una conciencia creciente, tanto en los países desarrollados
como en aquellos en vías de desarrollo y en los de economía
de transición, de la necesidad de incorporar las cuestiones ligadas
al medio ambiente a las políticas agrícolas, de silvicultura
o de pesca. Es una tendencia que la FAO sigue alentando.
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