Roma, 4 de mayo 2000.- La Organización de las Naciones Unidas para
la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha instado con urgencia a los
gobiernos y a la comunidad internacional a combatir la degradación
del suelo, la desertificación, la deforestación y la pérdida
de la diversidad biológica, como un medio crucial para reducir el
hambre y disminuir la pobreza.
"Cuesta mucho más rehabilitar la tierra degradada que prevenir su
degradación", afirma la FAO en una declaración publicada con
motivo de la octava sesión de la comisión sobre el Desarrollo
Sostenible, que se está celebrando en Nueva York. Los suelos del mundo,
uno de los principales elementos para la producción alimentaria, se
ven amenzados por la degradación de la tierra como resultado de la
deforestación, de la explotación excesiva, de la ordenación
inadecuada y de los sistemas de producción poco sostenibles de cultivos
y ganado.
"A la hora de afrontar las amenazas que experimentan los recursos más
valiosos hídricos y de las tierras para la agricultura, habría
que conceder prioridad absoluta al uso sostenible de los terrenos, a la
silvicultura, a la biodiversidad y a la protección ecológica.
La atención debe centrarse en los puntos críticos como las
montañas, los valles fértiles, las marismas, los lagos, los
ríos y las zonas costeras, sometidas las presiones de las ciudades
y del turismo. La utilización y la ordenación participativa
de las tierras y los sistemas de tenencia tendrían que suministrar
los medios necesarios para prevenir la pérdida de recursos valiosos
y a veces únicos", afirma la FAO.
Más del 80 por ciento de la población mundial vive en países
donde la agricultura es el principal medio de vida. Sin embargo, la
degradación de la tierra afecta seriamente a los terrenos y a los
recursos acuíferos en muchas áreas tropicales, subtropicales
y en las zonas áridas. La presión sobre los recursos del suelo
será aún más grande teniendo en cuenta el aumento de
la población que alcanzará los 3.000.000 millones en el 2030,
dice la FAO.
La degradación de las tierras afecta en el mundo casi al 70 por ciento
de los terrenos de pastos, al 40 por ciento de las tierras de secano y al
30 por ciento de las de regadío. Más de un cuarto de la superficie
de tierra cultivable en el mundo se ve afectada por la desertificación.
La degradación constituye una amenaza en potencia para la mitad de
la población afectada por la pobreza en el mundo, que vive en zonas
áridas con suelos frágiles y lluvias imprevisibles, sobre todo
en Africa. La disminución de la fertilidad del suelo provoca efectos
globales muy graves y, en Africa, el porcentaje de pérdidas de ingresos
se calcula en un 8 por ciento, llegando a la pérdida del 50 por ciento
de la productividad en algunas zonas. Los sistemas tradicionales de
utilización de las tierras no funcionan o ya no son apropiados debido
al aumento de la población y los recursos y la tecnología
necesarios para sustituilos a menudo no se aplican.
La degradación de las tierras disminuye la calidad de los terrenos
y provoca un fuerte impacto en la biodiversidad. Muchos ecosistemas de aguas
del interior así como sus recursos pesqueros y su biodiversidad se
ven seriamente amenazados por el crecimento urbano e industrial, por la
deforestación y por el empleo de sustancias químicas en la
agricultura. Alrededor del 25 por ciento de las zonas pantanosas del mundo
ha desaparecido ya, debido sobre todo a la reconversión de la agricultura
o a la utilización de las aguas para la agricultura y la acuicultura.
La degradación de las tierras afecta también a los recursos
acuíferos disminuye la disponibilidad y la calidad de las aguas y
puede alterar los cursos de los ríos y canales. Esto puede comportar
inundaciones, reducción de aguas subterráneas, invasión
de aguas saladas en los acuíferos, contaminación de las aguas
y salinización, advierte la FAO.
La degradación de las tierras está estrechamente ligada a la
pobreza en los países en vías de desarrollo. La pobreza es
a la vez consecuencia de la degradación de las tierras y una de sus
causas. La población pobre, sin otros elementos a los que recurrir,
se ve obligada a anteponer las necesidades inmediatas a la calidad a largo
plazo de las tierras.
"En los últimos años ha habido muchos progresos en el fomento
de la ordenación de las tierras mejoradas y en la conservación
de los recursos y hábitats naturales, incluyendo la conservación
y mejora de los recursos genéticos esenciales para la producción
y la seguridad mundial de los alimentos", dice la FAO.
Sin embargo, es necesario un esfuerzo mayor para utilizar la agricultura
sostenible como parte de la solución de la degradación del
medio ambiente, agrega la FAO. Habría que emplear sistemas de
utilización de las tierras que permitan la cobertura vegetal permanente
de la superficie del terreno. Así el terreno estaría protegido
de la erosión provocada por el viento y el agua, aumentaría
la fertilidad del suelo y mejoraría el contenido orgánico.
"La prioridad inmediata es romper la espiral perversa, en la que los agricultores
pobres sin recursos se ven obligados, por escasez de terrenos, a degradar
aún más las tierras para poder satisfacer las necesidades
inmediatas de subsistencia".
Los programas de cultivos integrados y de ordenación de las tierras
deberían proporcionar beneficios tangibles y a breve plazo a los
agricultores. Según la FAO estos beneficios comprenderían el
aumento de los ingresos y la reducción de los riesgos. En muchos
países habría que mejorar la seguridad de la tenencia y el
acceso a las tierras para las mujeres y los campesinos pobres.
A nivel nacional, son necesarias con urgencia las estrategias a largo plazo
para la utilización sostenible de las tierras, la descentralización
de la utilización y la ordenación de las tierras y el fomento
de la consulta y la participación públicas en la toma de decisiones
sobre la utilización de las tierras.
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Para más información el sito Web de la FAO es:
http://www.fao.org o llamar a Erwin Northoff,
Oficial de Medios de Comunicación, tel: 0039-06-5705 3105, e-mail:
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